JOÃO GILBERTO: Corcovado

Es posible que la bossa nova no hubiera podido surgir sin las composiciones de Tom Jobim o la poesía de Vinicius de Moraes pero de lo que estoy absolutamente seguro es de que de ninguna manera hubiera sido posible sin la novedosa y peculiar forma de cantar y tocar la guitarra que introdujo João Gilberto. En 1958 se editó su primer disco “Chega de saudade” que incluía la canción que daba título al álbum, que se convirtió en un gran éxito en Brasil y es considerada el inicio de este movimiento musical. En 1962 marcó otro hito con la grabación del disco Getz/Gilberto, que contó con la colaboración del saxo tenor Stan Getz, el piano de Tom Jobim y la voz de Astrud, que en aquel momento era la mujer de João. Esta grabación prácticamente perfecta, que consiguió cuatro Grammys, sigue siendo uno de los discos catalogados como jazz más vendidos de la historia, incluye grandísimas canciones como “Garota de Ipanema”, “Desafinado” o “Corcovado” e hizo de la bossa nova un estilo de moda en Estados Unidos y en todo el mundo y llevó a la fama a todos sus participantes.

Frente a la fama de juerguistas y bebedores, seguramente bien ganada, de Tom Jobim y Vinicius de Moraes, João Gilberto siempre ha sido considerado un tanto especial y excéntrico, fama que le ha acompañado toda su vida. Así, durante los años previos a alcanzar el éxito siempre rechazó hacer trabajos comerciales como "jingles" para la radio o tocar en bares donde la gente hablara o hiciera ruido y, por supuesto, nunca se le pasó por la imaginación buscar un trabajo no relacionado con la música así que se vio obligado a alojarse largas temporadas en casas de amigos, según se dice sin sentirse obligado a colaborar con los gastos. Además, para “facilitarles” la convivencia tenía la costumbre de dormir durante el día y dedicar toda la noche a tocar la guitarra.

Una vez alcanzada la fama, no mejoraron las cosas ya que su obsesión enfermiza por la perfección le llevaba a trabajar durante meses en la misma canción o a pasar días enteros en el estudio para grabar un tema del que nunca quedaba satisfecho. Además, en más de una ocasión abandonó un concierto o ni siquiera llegó a comenzar si consideraba que no había las condiciones adecuadas para que el sonido fuera lo bueno que él deseaba, con el consiguiente enfado del público. Desde hace años vive prácticamente enclaustrado en su apartamento de Rio y nunca ha concedido entrevistas. En fin, un genio del que en 2008, a sus 77 años, algunos privilegiados todavía pudieron disfrutar en directo en São Paulo, Rio de Janeiro, Salvador de Bahia, Tokio o Nueva York donde realizó conciertos para conmemorar el 50 aniversario de la bossa nova.