La verdad es que tenía prevista esta entrada para más adelante pero la reciente y muy prematura muerte de esta cantante y compositora me ha parecido razón suficiente para escribir un poco sobre ella cuanto antes. Tras años de campañas a favor de la prevención y también gracias a los continuos avances médicos creo todos tenemos la impresión de que el cáncer de mama es uno de los que tiene una tasa de supervivencia más elevada y, aunque esto es cierto, sigue siendo una enfermedad terrible que cada vez es más frecuente, siendo el segundo con mayor incidencia después del cáncer de pulmón y el primero entre las mujeres. Cada año se diagnostican más de 1.100.000 nuevos casos (unos 15.000 en España) y a pesar de todos los avances causa al año más de 400.000 muertes en el mundo (unas 5.000 en España). El dato positivo es que el porcentaje de curación es uno de los más altos (supera el 75%) y que esta tasa sigue aumentando.
Lhasa de Sela ha sido una de estas mujeres que no ha tenido suerte en su lucha contra esta enfermedad y el primer día de 2010 murió con solo 37 años. Su padre era un profesor y escritor mexicano y su madre una fotógrafa norteamericana que bautizó a su hija con el nombre de la capital del Tibet por influencia de sus lecturas y quizás también por los ojos rasgados de la niña. Con sus padres y sus hermanas tuvo una infancia bohemia y artista, vivían en un autobús con el que recorrieron México y Estados Unidos sin televisor ni electricidad. A los 19 años Lhasa se instaló en Montreal con sus tres hermanas que estudiaban en una escuela circense y en esta ciudad actuó durante años en bares en los que a duras penas se podían escuchar sus canciones tristes. Finalmente en 1997 publicó su sorprendente y premiado disco “La llorona”, cantado íntegramente en castellano y que llamó poderosamente la atención de la crítica internacional. Posteriormente publicó “The living road” en 2003 y “Lhasa” en 2009, su último disco.
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